sábado, 10 de enero de 2009

PERSONAJES Y NO PERSONAS: LAS MÚLTIPLES FACETAS DE VILLAURRUTIA

En el prólogo a “OBRAS” de Xavier Villaurrutia (editado por el Fondo de Cultura Económica), Alí Chumacero refiere:

Como autor teatral, Villaurrutia no se olvidó de los procedimientos que tan lúcidamente aplicó a la poesía. La inteligencia, desnuda en ágiles diálogos, preside la trama de sus obras, y la ironía, repartida por igual entre los personajes, juega importante papel en el proceso y en el desenlace de las escenas. Sus obras menores en un acto se resuelven con la facilidad mecánica del soneto. Cuidadosamente elaboradas, figuran entre las mejores que ha producido el teatro mexicano, y constituyen los preliminares para introducirse en la dilatada concepción de piezas mayores –Invitación a la muerte, La mujer legítima, La hiedra, por ejemplo–, donde esas prácticas formales hicieron de su trabajo uno de los más diestros y de mayor sello personal.

Villaurrutia prefería crear los personajes antes que recogerlos del mundo circundante, frente a la realidad cotidiana, opuso una realidad inventada en que las ideas dominan las intervenciones de sus personajes: seres nacidos de la imaginación, apenas relacionados con nuestros prójimos, o fantasmas que representan, cada cual por su parte, las múltiples facetas de la conciencia villaurrutiana. Son, por sustancia propia, personajes y no personas. “Estas vidas matemáticas –dice Gorostiza– no tienen nada que ver, naturalmente, con la realidad, en cuanto, lejos de buscar en ella su modelo, se convierten en su modelo, la llevan a un plano ideal para someterla a su lección de disciplina y rigor”. El realismo era, pues, para Villaurrutia una propensión literaria con la que no mostraba afinidad. Fiel a tendencias que exigen del teatro el afán de inventar su propio mundo con un irremplazable lenguaje, insistió, aún en sus últimas piezas, en no relacionarlo con situaciones distintas de las exclusivamente teatrales; es decir, sus obras no intentaban “resolver más problema que el que ellas mismas se planteaban”.

Si en las representaciones Villaurrutia obtuvo éxitos inmediatos, en la lectura sus obras cobran sinfín de cualidades, derivadas del juego de las ideas sostenidas en intencionadas frases que a menudo suplantan el movimiento escénico. En buena proporción, es un teatro “más propio para ser leído que representado”. Bella y cuidadosamente escrito, con el imprescindible relieve en cada uno de los parlamentos, el diálogo combina la rapidez mental y el correcto lenguaje, signos reveladores de un ingenio que en ningún momento fue el de un improvisado. La frase cumple, dentro de la composición general de la obra, similar papel que las palabras en el desarrollo del poema. La continencia ante posibles desbordamientos efusivos, la justeza de las palabras respecto a los estados de ánimo de los personajes y la oportunidad con que intervienen en la conversación haciendo uso de premeditadas y aforísticas frases son distintivos de la obra teatral villaurrutiana. Eso es lo que sobrevive de su teatro y lo que con más sostenido aliento lo define. Porque si en los temas Villurrutia supo abordar las relaciones sociales de la clase media, los conflictos familiares y los oscuros mecanismos amorosos, también es evidente que todo ello sólo aparenta ser un pretexto para manifestar, con la magia de un arte rigurosamente ejercido, su múltiple personalidad.


Mi comentario:
Efectivamente lo que más sorprende de las obras de teatro de X.V. es la naturaleza fantástica de sus personajes, que son sin duda una especie de “seres fantasmales”, inmersos en las profundidades de la siempre enigmática realidad villaurrutiana, de SU realidad, o de SUS realidades. Resulta por demás interesante proponer que con cada uno de estos personajes, se representa él mismo, es decir, sus múltiples facetas, las cual, el afirma, todos tenemos. Por otra parte es de notarse que al igual que en su poesía, las sombras se mueven furtivamente de un lado a otro, los objetos cobran vida.

Destaco las siguientes ideas que me agradan en particular:

a) Prefería crear a sus personajes antes que recogerlos del mundo circundante
b) Frente a la realidad cotidiana, opuso una realidad inventada en que las ideas dominan
las intervenciones de sus personajes
c) Son, por sustancia propia, personajes y no personas
d) Representan, cada cual por su parte, las múltiples facetas de la conciencia villaurrutiana
e) No tienen nada que ver, naturalmente, con la realidad, en cuanto, lejos de buscar en ella
su modelo, se convierten en su modelo

De su obra “Parece Mentira”, extraje las siguientes ideas que me llamaron mucho la atención, expresadas por algunos de sus personajes:

1) El “Empleado” responde al “Curioso” cuando éste le cuestiona acerca de la “pérdida de tiempo”:
“No me refiero al tiempo que empleamos en un trabajo de las manos, en coser un expediente o en poner en marcha el multígrafo, tiempo que al fin y al cabo podemos soldar nuevamente después de una pausa más o menos larga, sin pérdida considerable. Piense usted en el tiempo que sustraemos al desarrollo de una idea, a la continuidad de un monólogo, a la visita de un recuerdo precioso, que, una vez interrumpidos, se escapan y se esconden en el desván de nuestra memoria para reaparecer quién sabe cuándo”

2) El “Empleado” responde al “Curioso” cuando éste le pregunta acerca de la ignorancia de los dobleces de la personalidad:
El hombre vive y muere ignorándose. Toda su vida, o punto menos, la gasta haciendo lo posible por reconocer que en realidad no es un hombre sino dos o más. Juega consigo mismo al escondite, y aún sabiendo dónde se oculta, no se atreve a decir “aquí estoy” o “aquí está el otro”. Usted mismo que, así, de pronto, me ha situado en dos climas tan diversos, el del empleado y el del poeta, ¿se ha confesado cuántas y cuáles son sus vidas simultáneas?

Mientras que en la obra “¿En qué piensas?”, el personaje de “María Luisa” es el de una mujer que afirma amar a tres hombres “no al mismo tiempo”, sino “en el tiempo”: ama a Carlos porque la amó, a Víctor porque la ama y a Ramón porque la amará. Una propuesta que invita a pensar y a pensar, y a seguir leyendo las demás obras y a seguir adentrándose en los elaborados y misteriosos mundos de Xavier Villaurrutia.

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